domingo, 14 de septiembre de 2014

Producción escrita a partir del cuento “El corazón delator”.

Días de un loco


Estábamos con Fernández y Martínez en la casa del sospechoso, tocamos la puerta y nos abrió un hombre que adecuada y amablemente nos invitó a pasar, revisamos toda la casa y nada estaba fuera de lugar, todo estaba demasiado ordenado como para ser la casa del viejo Torres, y no había rastro de él, pero no se  había registrado que haya salido esa noche. Llegamos a la habitación del viejo y el sospechoso nos invitó a sentarnos hablamos durante un tiempo y mis sospechas hacia él se desvanecían, hasta que el sospechoso se puso un poco pálido, se le notaba nervioso, asustado, confundido. Seguimos hablando, el con una voz más alta de lo normal, como si deseara decirnos algo, pero nose que, me acuerdo en un momento que se paró y empezó a gritar, se la pasaba dando pasos fuertes, se enojaba con cada observación que alguno de nosotros hacía, estaba muy nervioso, terriblemente nervioso, al punto de parecer loco, en un momento exploto en un aullido de furia diciendo:
-      ¡Basta ya de fingir, malvados! ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí! ¡Donde está latiendo su horrible corazón!
Con Fernández levantamos esos tablones mientras Martínez sostenía al sospechoso, vimos el corazón e inmediatamente llevamos al sospechoso a la cárcel.


Allí el asesino parecía más tranquilo que en la casa de Torres, sigue siendo el más loco que he visto, pero para el no, no era loco, era nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso, repetía esto todos los días. Si no hay mayor señal de locura que la de no aceptarla nose que podría mostrar que realmente es un loco y no un nervioso. 

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