15:30 de la tarde, Consultorio Micenas. Electra se acerca con los ojos
lagrimosos hacia la habitación donde se encontraba el Psicólogo que iba a
atenderla.
Electra: Hola doctor.
Vine porque estoy angustiada.
Psicólogo: Digame
Electra, ¿qué pasa?
Electra: Mi papa
falleció.
Psicólogo: Los siento
mucho Electra. ¿Cómo murió?
Electra rompió en llanto.
Electra: Oh doctor. ¡A
mi papá lo asesinaron! ¡Mi madre y mi padrastro lo mataron!
Psicólogo: Eso es algo
muy difícil de asimilar.
Electra: ¡¿Que se
supone que tengo que hacer?! ¡Dígame! ¡Ya llore todo lo que podía llorar, y
cuando pienso que me sequé de lágrimas, empiezo de nuevo y de nuevo! ¡Ya no sé
qué hacer!
Psicólogo: Bueno, Está
bien que te desahogues pero trata de controlarte
Electra: ¡No me quiero
controlar!! ¡Es un estúpido aquel que deja pasar la muerte de su padre así! ¡Mi
papá murió por la mujer que supuestamente lo amó! ¡¿Cómo se supone que duerma
tranquila sabiendo eso?!
Psicólogo: En situaciones
como esta siempre es bueno buscar consuelo en seres queridos. ¿Tiene usted
algún familiar o amigo con quien hablar?
Electra se tranquilizó lo suficiente para contestar.
Electra: Mi hermano, ¡pero
él se olvidó de mí, debe estar igual que yo, triste, seguro se olvidó de mi
sufrimiento!
Y mi hermana. ¡A
ella no la entiendo, está actuando muy indiferente con la muerte de mi papá,
muchas veces es como si fuera cómplice de mi mamá¡
¡Estoy sola! ¡No
tengo a nadie!
Psicólogo: Bueno Electra, te voy a dar unos pocos medicamentos, toma uno a la mañana y otro a la noche todos los días. La quiero ver en una semana para ver sus resultados.
Psicólogo: Bueno Electra, te voy a dar unos pocos medicamentos, toma uno a la mañana y otro a la noche todos los días. La quiero ver en una semana para ver sus resultados.
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