Esta reseña es
el producto de una visita a la Exposición "El Fader en el ECA".
Usamos esta reseña como parte de la nota final del trimestral de Lengua y
Literatura.
El título de la
obra, “Primeras sombras en el torrente
de la Quebrada de la Olla, Paso del Portillo.”(S-F) fue dado por el autor
de la misma Fidel Roig Matóns, que muestra un paisaje de un arroyo ubicado en la Cordillera
de los Andes. Los colores utilizados por el autor son más bien realistas teniendo
para la montaña y las piedras unos tonos de grises, marrones y rojos, para el
cielo y el agua son celestes, azules y blancos. También se notan unos amarillos
en la montaña más alejada debido al sol, que no se presenta en el cuadro. Está pintada
con la técnica Óleo s/aglomerado y sus medidas son 120 x 108 cm.
Roig Matóns.
Nació en España y realizó sus estudios en la Academia de Bellas Artes de Barcelona.
En 1907 emigró para Argentina y se radicó en Mendoza, en 1908. A medida que se
aproxima el centenario de 1950, se amplía el tema sanmartiniano Retratos de San
Martín: campaña, ancianidad Paisaje con sentido histórico: altas cumbres, pasos
cordilleranos Como elemento historia y memoria Naturalismo y realismo con
énfasis en detalle.
En la pintura se
puede observar un arroyo visto desde enfrente de la misma. Por lo visto en la
pintura y los acontecimientos de la época puedo deducir que nuestro arroyo se
encuentra en Mendoza, Argentina, más específico en alguna parte de la
Cordillera de los Andes. Alrededor del arroyo se pueden distinguir muchas
piedras y por cómo esta dibujado el arroyo se podría decir que el agua fluye
con bastante fuerza. Los colores de la pintura tratan de asemejarla lo más
posible con la realidad con colores marrones, grises, verdes y unos tonos de
rojos bordo en la montaña y las piedras, podemos decir que en la pintura es de
día por la iluminación de la misma y también podemos decir que el cielo está
despejado por el reflejo del sol en la última montaña, además de que no se
logra apreciar ninguna nube. El rio está pintado con pinceladas rápidas, con
colores celestes, azules y blancos para definir la espuma que se genera cuando el
agua choca con alguna piedra.
He elegido este
cuadro para mi reseña ya que la mayoría de las pinturas de la exposición eran
retratos, y no es que me llamen mucho la atención los retratos. Además de que
siempre me gusto la montaña, entonces lo relacione. Esta obra me transmitió una
tranquilidad, como cuando uno se acuesta en el pasto para mirar el cielo y pensar.
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